17 enero 2008

Y, de nuevo, ¡volver a empezar!

Queridos Hermanos todos:

Nuestra Institución sólo tiene tres activos realmente importantes:
- la Fraternidad;
- el Mundo Iniciático;
- y el Secreto.

En estos momentos y después de más de veinticinco años, en nuestro país aún no funciona bien ninguno de estos activos. Bueno, sí funcionan, pero en sentido contrario, contaminados por los vicios del mundo profano.

Somos pocos, pobres y malavenidos. Bien es cierto que después de cuarenta años de dictadura y siendo actualmente esto una continuación reformada de aquello, no es nada fácil que nos encontremos a nosotros mismos. Aquella ilusión de los primeros años de democracia se perdió.

Tenemos más de mil Hermanos Iniciados que han dejado nuestra Institución. En el anterior mandato volvieron a su seno algunos Hermanos valiosos. No es que estuvieran encantados con lo que se encontraron, pero parecía que había algo distinto: un programa, aire fresco, democracia. Desgraciadamente, una vez constatada la dura realidad, estos Hermanos se han vuelto a marchar; han regresado a los sueños.

El actual mandato no es ni peor, ni mejor que los anteriores. No tenemos lo que nos merecemos; tenemos lo que se nos asemeja. El actual GM, ILMO, no lo hace ni peor, ni mejor, que los anteriores. Pero, en difinitiva, ahí estamos: pobres, pocos y malavenidos. Exactamente igual que hace veinticinco años. En realidad, todo el mundo obra de buena fé (recordemos que no hay actos perfectos; sólo intenciones perfectas).

El problema es que hace trescientos años que no trabajamos seguidamente mas allá de dos décadas. No hay casi experiencia y, la poca que entró, lo fué desde el exilio y a unos niveles bajos. Luego, unos han enseñado a otros, se han creado escuelas propias e individualísmos. Cuando una cosa no funciona, se forman acciones paralelas y, al final, nada funciona como debiera.

Los que intentan hacer algo por la Institución, dedicando mucho tiempo, trabajo y dinero, como al final tampoco funciona, son mal vistos. Los que no hacen nada, pero quieren que todo se solucione, o se van, o sólo hacen que quejarse.

Todo el mundo quiere aportar sus ideas. Lo suyo es lo mejor. El problema no son los británicos (que también). Posiblemente sin los britanos, el primer GM hubiera designado a otro sucesor (y que todos sabemos quien habría sido). Aunque, tal y como están las cosas, estoy convencido que también hubiera sido desfenestrado. En las condiciones actuales, es cuasi imposible hacerlo bien. En resumen, no hay ni buenos, ni malos. Simplemente, no tenemos la experiencia necesaria y, por tanto, no hay un programa de Trabajos consensuado por todos los Hermanos.

Hace muchos años, en unos Valles de España, se hizo una encuesta secreta entre todos los miembros de la Institución. El resultado de la misma fue decepcionante.

Hay Hermanos que piensan que la Francmasonería Regular Española debe tener poder de influencia en la sociedad profana, para poder llevar a la misma nuestros ideales y valores masónicos. Para poder tener medios y ser fraternales entre nosotros. Hoy, ahora, en estos momentos, estamos en las trincheras como en los peores tiempos; y, de seguir así, sin ninguna duda acabaremos destruidos, desapareciendo, no existiendo, con lo que algunas instituciones se alegrarán.

No somos el único país que ha salido de una dictadura. Algunos países han superado dictaduras más largas, peores y más cruentas. En estos momentos, hay Hermanos que, después de haber pasado largos años de luchas fraticidas, con penas de cárcel y otras penalidades masónicas y humanas, han encontrado su puesto en la sociedad de su país y son un gran ejemplo para todos nosotros. Hay Hermanos que crecen y evolucionan a pasos de gigante, influyendo en la sociedad profana a todos los niveles: económico, universitario, político, religioso, militar, profesional, etc.

Hay otros hermanos que piensan que somos sólo una Sociedad Iniciática y sólo debemos trabajar para eso; lo demás, ya vendrá por añadidura, por sí sólo.

Todas las opiniones son respetables y cada uno seguro que tiene su parte de razón. Debemos encontrar nuestro programa adecuado. Debemos encontrar nuestro Centro, aunque sea veinticinco años tarde. Será el peaje que tendremos que pagar por cuarenta años de dictadura.

Quizás, ahora, sea el momento. Y ¿por qué ahora? Bien, porque ya no puede pasar casi nada peor. Se ha agotado la cantera de las inexperiencias. Hemos agotado el cupo de los errores. Necesitamos de un período de transición, de dos o tres años, con alguien cuya misión sea, única y exclusivamente, llevarnos a buen puerto. Este trabajo, como dice uno de los candidatos, no es ningún regalo; más bien, es una pesada piedra bruta, una gran losa complicada, desagrable y dificil de trabajar.

Existen, entre nosotros, dos mil trescientos Grandes Maestro en potencia. Casi todos pensamos que podemos hacerlo mejor; pero, sólo uno puede serlo en estas circunstancias. Indudablemente, debe ser un buen Hermano, conocido por las Logias y tener experiencia de la Institución. No debemos mirar al pasado; el pasado, pasado está. Y, el que esté libre de culpa (por acción u omisión), que tire la primera piedra. Debemos unirnos todos los Hermanos y no hacer sangre. Algunas veces, da la sensación que luchamos por algo poderoso, rico e influyente (profano, al fin y al cabo). Pobres de nosotros. En la Francmasonería sólo toca sacrifico, trabajo y sufrimiento, durante años. Los que lo ejercen, evidentemente, se pueden equivocar. Pero eso siempre pasa con los que hacen algo. Desde la barrera se ve todo muy bien.

Si tenemos suerte y nuestra Institución se democratiza totalmente, y las reglas del juego las acaban marcando las Logias, que para eso son soberanas desde tiempos inmemoriales, los pocos cargos de gestión y representación de la Institución que se deban ejercer, veremos cuantos Hermanos son capaces de aceptarlos y de asumir todo el trabajo que estos oficios representan, sacrificando su tiempo, su dinero, su vida personal y profana, por entrega a los demás Hermanos.

Existen grandes grupos de Francmasones que buscan en los misterios respuestas que en la vida no han encontrado. El amor a la Institución los vuelve ciegos, en su deseo de encontrar esas respuestas a las vicisitudes humanas, por medio de algo parecido a cierto apartamiento de la vida corriente y con la entrada en otro mundo, el mundo espiritual.

Otros Masones viven encerrados en una burbuja que los aisla del mundo profano. Se relacionan con ese mundo, pero sin ninguna concesión. Una relación formal, superficial, la justa para no perder las formas. Pero sólo se entregan a sus Hermanos, a los que revelan sus pensamientos, sabiendo que no van a ser traicionados y amparados por las promesas del secreto. Si no fuera por la institución masónica, posiblemente no se relacionarían con nadie.

Algunos grupos de Masones tienen como mayor preocupación su concepción del orden social y se sirven de la Francmasonería, o la sirven a ella, con la intención generosa de aportar a la condición humana el consuelo que la razón y la justicia exigen.

Los menos, incluso algunos considerados místicos y con cierto poder económico, intentan modificar el orden político del país.

Existen también los que buscan una relación social y económica, pero de un ambidente distinto al que podrían encontrar en cualquier club, asociación o sociedad del mundo profano.

También se acercan a la Institución los que buscan una relación e intercambio dentro del mundo científico, pero fuera de los centros académicos y unviersitarios, tan mediatizados por la política y los honores sociales y, muchas veces, vacíos de todo contenido humanista y espiritual.

Y, por último, siempre dentro de este Mundo Iniciático, los que quieren encontrarse en hermanamiento con aquellos que, en el mundo profano, ejercen sus mismas profesiones: médicos, policías, militares, músicos, políticos, artístas, empresarios, autónomos, escritores, etc.

De todos ellos, los hay que llegan a la Francmasonería por esnobismo. A algunos la Institución los hace cambiar. Otros, están poco tiempo en la misma y después se retiran.

Recordemos que la Institución Masónica tiene vida propia y, sin haberse descubierto aún los mecanismos que la mueven, ni contando el tiempo en que sucede, hay Hermanos a los que arropa, ensalza, defiende y protege. En cambio, arroja y desprecia a otros.

En estos momentos, es necesario un cambio de estructura, de programa y de fines de la GLE. Y, para intentarlo, se debe cambiar al ILMO. La única posibilidad real (todas las demás son utópicas) es presentar el documento que aparece en estas páginas con las suficientes firmas (alrededor de cien), de Francmasones españoles y extranjeros, Maestros Instalados. Pensamos que entre todos podemos conseguirlas. El ILMO debe aceptar, democráticamente, el sentir libre y soberano del pueblo masónico. El ILMO debe convocar elecciones a MRGM de la GLE.

Debemos señalar que ILMO ha manifestado, a cinco Hermanos, por separado (estos Hermanos le han pedido que dimita, negándose a esa petición), que en el caso de que se le pida con el número de Hermanos que indican nuestros Estatutos, convocará elecciones anticipadas. Debemos pensar que lo hará. Yo pienso que lo hará. Repito, no hay ni buenos, ni malos Hermanos. Sólo inexperiencia, por parte de todos nosotros.

De la Institución no se debe ir nadie. Nada de venganzas, ni rencores. En esta nueva etapa, no se debe contemplar lo de tiempos atrás. Debemos hacer todo lo posible por persuadir a los Hermanos que se han ido para que vuelvan. Allá cada uno con su conciencia. Todos debemos ser conscientes de lo que hacemos, de nuestros actos. Los Hermanos más capacitados, al frente de los mecanismos que se necesiten para refundar la Insitución, nuestra amada Institución (sean Hermanos del pasado, del presente o del futuro).

Debemos entrar en una etapa de transición, para dar entrada a un cambio generacional. Cuando decimos generacional, nos referimos a Hermanos que no hayan participado de las luchas fraticidas de estos veinticinco años; no nos referimos a la edad "biológica" del Hermano.

Que el G.A.D.U. nos proteja. De verdad, pienso que nos lo merecemos y nos haga ver que todos somos Hermanos; algunos equivocados, pero Hermanos Todos (¡incluido ILMO!).

Salud, Fuerza y Unión.

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